ESTATUAS CON VIDA
La calle no es tan linda como parece pero si es cierto que da unas satisfacciones imposibles de explicar, que llenan y a mí me hacen sentir realmente alguien. Me siento dueño de mi terreno a pesar de ser consciente que debo compartirlo con todo aquel que pase. Sin embargo me gusta la perspectiva desde la cual veo el discurrir del día a día.
Desde mi privilegiada atalaya, detrás de esa estatua inerte en que me transformo tengo un campo de vista que abarca todo aquello que ocurre a mí alrededor y desde la más absoluta discreción.
A veces me siento sorprendido por los comentarios del público, si público. Porque en principio son solo transeúntes que caminan hacia los más variados de los destinos, pero para mí desde el momento en que dirigen su mirada hacia mi aun por simple curiosidad ya forma parte de lo que pretendo tener y no es más que eso, público.
Siempre observo sus reacciones ante el modo en que pueda manifestarme hacia ellos. Intento ser lo más variado posible siempre dentro del margen que tengo en el papel que estoy representando; ser una estatua que dependiendo de cada momento, de cada persona que se aposta frente a ti; tiene bastantes limitaciones. Hay que ser rápido en captar aquello que te están demandando en cada momento y de tu porcentaje de éxito en la valoración depende la satisfacción de un trabajo bien realizado, o; por lo contrario la quemazón interior de sentir que estás a todos los efectos fracasando.
El dulce sabor del éxito reconforta, a mi me hace sentir feliz. Siento que todo el empeño que pongo en la fabricación de cada personaje vale la pena. Hacer un personaje y fundirte con el no es sencillo, no son lo mismo las ideas que van surgiendo mientras se crea que cuando llega el momento de subirte a la peana y hacer la representación por primera vez. Yo siempre tengo mucho miedo escénico al público, soy consciente que dependo de él para el triunfo o para el fracaso, y siempre siento como un escalofrío cuando comienzo a trabajar y se detienen ante mí las primeras personas, en realidad los primeros jueces. Sinceramente según sea el desenlace de ese primer contacto dependerá el desarrollo del resto de tiempo que dure la actuación.
Tiene mucha diferencia el tipo de ámbitos en los que me muevo con mi trabajo. Hay mucha diferencia del trabajo en una calle o plaza de una ciudad cualquiera y sea el día que sea y la hora que en ese momento coincida a trabajar en un horario marcado por la afluencia de público que me puede ofrecer por ejemplo la fiesta patronal de cualquier villa o ciudad.
La calle al azar tiene la ventaja de que la mayoría del hipotético público va de paso, te puede observar adrede o por coincidencia pero casi con total seguridad será una sola vez, quizás jamás le coincida volver a pasar ante mí a menos que lo haga de forma intencionada. Es un tipo de público si cabe más agradecido, que valora realmente aquello que ve sin ser demasiado crítico y sin que por ello sea tolerante. Raramente se detienen ante la representación que tienen ante si, pero tienen la facilidad de valorar en un corto espacio de tiempo lo que ven y rápidamente hacen un juicio que se podría considerar como rápido y efectivo. Me gusta mucho realizar mi trabajo en estas condiciones pues considero que realmente es un tipo de público con capacidad para expresar con sus reacciones si realmente lo que están viendo merece o no la pena. Para mí su reacción en uno u otro sentido tiene mucha importancia y me resulta un perfecto baremo para sentirme más o menos satisfecho con lo que estoy haciendo.
El aprovechar las aglomeraciones de reuniones masivas de gente por cualquier tipo de celebración viene a ser un arma de doble filo, a mi juicio peligrosa. La gente en ese tipo de reuniones suele pasar mucho tiempo en lugares muy concurridos y no muy amplios de espacio, se llegan a aburrir y cualquier situación que les aporte un poco de entretenimiento la aprovechan para y siempre desde mi punto de vista, descansar y hacer juicio de lo que en la mayoría de las veces no tienen ni idea de lo que están viendo.
Me hacen gracias los comentarios que hacen casi como norma cuando paran ante mí un grupo de varias personas que lógicamente van juntos. Desde si se trata de un muñeco, de una estatua real, de una persona, etc. Pero eso en realidad no tiene valor ni positivo ni negativo, cuando yo me siento incómodo es al ver que son capaces de permanecer ante mí con sus comentarios ajenos a lo que tienen ante sí y su irónico deseo es que cometas un fallo. No les importa cuánto han de esperar el fin es ese, que falles; a veces yo los complazco adrede y es cuando cambian de actitud y sus comentarios se encaminan hacia quien de todos ellos tenía su defendida razón.
No me gusta para nada este tipo de público en ningún aspecto. Ni como jueces ni tampoco en el económico que al fin es el motivo del trabajo. Como jueces no tienen aptitudes y como colaboradores necesarios que son, dejan bastante que desear. Su valoración es más tipo variedades que artística; consideran que por el acto de brindar una moneda, raquítica casi siempre, se les debe ofrecer a cambio un espectáculo como si hubiesen acudido a un teatro de primer nivel. No valoran que el principal valor de una estatua humana no es ponerse en movimiento sino precisamente todo lo contrario o sea la quietud y ser realmente el personaje que se está representando.
Procuro seguir fiel a mis principios y disfrutar con el trabajo que realizo aunque en muchas ocasiones al bajar de la peana y valorar lo que ha sido la representación de ese día siento como si me ahogara, me da la sensación de que he trabajado en balde sin importarme el puñado de monedas que haya reunido y que son valiosas para mí. Siento que me voy vacío ya que lo que necesito que sea valorado, mi trabajo, lo han dejado en el olvido. Por suerte son más los días que ocurre lo contrario y entonces sí, siento tal felicidad que lo de menos son las monedas del cuenco recaudatorio, soy feliz aún sin nada. Se hace un trabajo con arte y el premio no es económico porque aunque sea necesario no me satisface. Para mí el premio es cuando alguien hace algún comentario que me da ganas de descender de mi puesto y darle un enorme abrazo de agradecimiento.
Quiero desde este blog, enviar un mensaje a posibles lectores para comunicar que cuando se encuentren una estatua con vida por la calle no piensen jamás que lo que están viendo es un muñeco o alguien que está de broma; considérenlo un trabajo serio, que es muy duro y si no son capaces de emitir algún comentario positivo ahórrense aquellos que pudieran llegar a ser ofensivos. Si gustan de lo que tienen ante sí no duden en manifestarlo, en cambio si no les agrada mejor es que al menos no ofendan con su actitud o comentario; nadie destruye un cuadro o estatua de un museo por el simple hecho de que no le guste. Respetar es gratuito y una forma de manifestar al menos un poco de buena educación.
inmobelmanspain